domingo, 15 de enero de 2012

hace no tanto tiempo

Te escribo desde la decepción, la desilusión y la desconfianza. Son sentimientos que odio tener hacia una persona, pero el mérito es todo tuyo…

Desconfianza porque ya no creo en ninguna de tus palabras, ni si quiera en tus posibles mentiras…no me creo nada que venga de ti, ni un perdón ni un gracias, solo creo que eres cuerpo porque alma, dudo ya a estas alturas que tengas. Desilusión porque se desvanecieron las ganas de verte y hablarte como ese amigo cercano que consideraba que eras pero casi ya ni tan solo conocido porque, de verdad, siento que no te conozco que no eres la persona íntegra y legal que se sentó en mi corazón. Decepción, creo que lo peor que puedes sentir hacia alguien, ni el odio puede con la decepción que puede causarte una persona, y más una persona como tú…tan suprema intelectualmente y tan decepcionante emocionalmente.

Tus caprichos son tu tumba, tu labia el enterrador de la grandeza que intentas fortalecer con unas palabras vacías de significado… te vendes al mejor postor y a la parte concupiscible de tu alma…ya ni tu mente te salva, están tan acabado en mi persona como una flor marchita en medio de una carretera secundaria.

La ignorancia que te esfuerzas en manifestarme aniquila cualquier atisbo de piedad que pueda deprenderse de mi…tu desprecio arrogante me hace ver que la persona que intentaba ser por ti y para ti me de asco…asco de sentir la mínima bondad ante un ser como tú… no me atrevo ni a odiarte porque ni mereces tanto sentimiento…

Ansias la diferencia, anhelas que tu rareza sea tu signo de identidad y sin embargo es un signo de vulgaridad permanente, eso de no querer ser como el pueblo. Estar encima de quien te rodea, te regodea en tu falsa modestia, al pensar que cualquiera que te mire es inferior a ti…parece que te debemos algo aquellos que penetramos en tu cementerio de almas despellejadas y destrozadas por tu vanidad. No conozco peor rasgo que un vanidoso que pretende ser modesto.

Ya no tengo lágrimas que lloren por ti, ya no tengo sueños para encontrarme contigo, ya no tengo ganas de levantar la costra de tu herida, ya no tengo ganas de recordar porqué te quise, como te quise…más allá de lo que era bueno para mí. Se me han gastado las esperanzas en una amistad que creía sincera, no tengo más fuerza para tirar de la cuerda que te unía a mí, no tengo armas para luchar contra el muro que levantaste delante de mi casa, impenetrable e imperturbable aún en días de tormenta.

Y ojalá no seas feliz, ojalá y no te vaya bien, ojalá te caigas en tu propio reflejo y te pudras en más rancio narcisismo de los filántropos como tú…ojalá y lo que tengas no sea lo que quieres y quien te quiera que lo haga como tú me quisiste a mí: desde el egoísmo de satisfacer sus necesidades…

Ahora soy yo la que se marcha, la que te deja. Ya no quiero quererte, ni recordarte, ni pensar que eras lo mejor para mí…ya no quiero pensar mi vida contigo y menos aún en mi vida sin ti…

No hay comentarios:

Publicar un comentario