domingo, 11 de septiembre de 2011

Horrorversario

Resuena en mi cabeza todo el día un aniversario horrendo y espeluznante. Retumba sordo el eco de unos escombros revolverse entre la nube gris de polvo y cenizas de soledad. La voces se ahogan y los llantos caen sin fuerza a una tierra que hoy recuerda miles de vidas atentadas.

El odio jamás ha sonado armónico. La opresión nunca ha bailado con la felicidad. Las máscaras de la muerte siempre fueron negras. Opresión, odio y muerte. Es aterrador comprobar cómo esas tres palabras van unidas constantemente. Es complicado saber cuál es la causa de cada una de ellas, dónde está el origen y dónde encontramos el fin.

Vivo a miles de kilómetros de la ciudad de Nueva York y si me concentro podría ser capaz de escuchar los latidos de los corazones que hoy están reunidos en una zona denominada cero/zero. Y todos somos capaces de escucharlos. La gran mayoría, hemos subido a un avión, hemos perdido a seres queridos, nos han dañado… el dolor americano es también el nuestro porque conocemos como sufre un corazón al rasgarse. El corazón de NYC y, aunque no lo creamos, del mundo entero, fue rasgado sin piedad. La herida fue estudiada, analizada y concebida con una premeditación tan extrema y extremista que asusta.

Miles de vidas perdidas por la sin razón y millones de vidas tocadas para siempre. No sé, es extraño, o quizás no tanto, pero no frecuento demasiado el aeropuerto, pero cuando me abrocho el cinturón de seguridad del avión, durante unos segundos me pregunto si algún ser sin piedad elegirá por mí no llegar a mi destino y me preocupa…

Me siento afortunada al poder contar y escribir cómo el 11 de septiembre de aquel 2001 cambio la visión y el rumbo del mundo…aunque las palabras siempre tengan un sabor amargo…

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