viernes, 6 de enero de 2012

La playa

Se quedaron dormidos mirándose, uno frente al otro, sin tocarse, como si tuvieran miedo a si lo hacían no despegarse. Les unía la pálida sabana que apenas les cubría unos centímetros de piel

Un débil rayo de sol la despertó casi al amanecer…se quedo mirándole, embobada un instante, contemplando la imperfecta perfección de aquel momento…salió dejándole un nota “estoy en la playa” y acariciando suavemente su pelo negro como el azabache cogió su toalla y cerró la puerta.

Y allí estaba, sentada en la orilla del mar saludando al sol de la mañana, aun perezoso de calor. Era su lugar preferido…el mar, la arena y ella. No deseaba nada mas…había dejado de desear cosas imposibles. En ese momento era todo lo feliz que quería. Sus heridas de los pies se curaban con el salitre y las del corazón al respirar la brisa.

Sintió una suave mano sobre su hombro

- -Has madrugado mucho

- -No quería perderme lo más bonito del día

- -Yo tampoco

- -Ya te lo has perdido

Se sentó junto a ella y esta casi sin mirarle acaricio de nuevo su cara y se guardo la mano bajo la arena. En ese momento perderse cualquier sensación que proviniera del mar era impensable

- - No me lo he perdido – dijo él- estoy contemplándolo ahora mismo

Sin dejar de mirar al horizonte ella sonrió, pero no con una sonrisa de agradecimiento, sino burlona, graciosa

- -No es necesario que seas romántico conmigo, ya lo sabes

- -¿Qué pasa si quiero serlo?

- -No vamos a enamorarnos ahora, todo está siendo perfecto, evitemos que el amor estropee este momento. Tenemos el amanecer más bonito del mundo mojándonos los pies y tú te paras a contemplarme.

- -No creo que el amanecer sea más bonito que tus ojos con el mar reflejándose en ellos

- -¿Te has desayunado a Neruda o qué?

Y le miro entonces. Y vio como ardían sus pupilas. No era mentira lo que decía, pero tampoco era toda la verdad. Aun así, quizás él tenia razón en algo y era en cómo era el mar reflejado en sus ojos nada mas despertar. Aparto la mirada temiendo no poder escapar de aquellos ojos oscuros que la desnudaban por las noches. Se quito el vestido, se puso en pie y se dispuso a violar la quietud del mar recién amanecido. Suspiro de espaldas a él y se giro

- -¡Vamos!-gritó-No querrás perderte esto también ¿no?

De qué manera iba a negarse, como no ir corriendo hacia ella. La abrazo. La besó. Y se sonrieron.

- -No creo nada de lo que dices, me da igual todo lo que digas o todo lo que hagas. No confió en ti ni en nadie

- -Algún día lo harás

- -Demuéstrame como

- -Lo hare

- -Y entonces desearas no haberme conocido nunca

- -Eres un enigma

- -Eso intento

Las vacaciones terminaban y quedaban pocos rayos de sol por discutir y mucho equipaje que guardar en la maleta. María sabía que la mitad de ese equipaje quedaría en esa playa y en ese colchón perdido. No todo podía entrar en casa. Preparo la última paella con los últimos granos de arroz y casi sin sal. Habían hablado de ese momento pero nunca pensaron que llegaría tan pronto. Ninguno de los dos había imaginado lo difícil que resultaría elegir entre un mismo destino con dos vías diferentes o seguir al destino por la misma senda.

- -Quisiera quedarme aquí para siempre

- -Y yo quisiera que te quedaras, así solo tendría que pensar en quedarme contigo o irme

- -No pensé que sería tan difícil

- -No podemos huir de nosotros mismos, no podemos cambiar.

- -Quizás si , juntos lo haríamos

- -¿Juntos? Ese no era el trato. Dijimos que vendríamos aquí, tendríamos nuestra historia y volveríamos a nuestra vida. No me digas que te echas atrás…

- -No. Estoy diciendo que si aquí hay un posible nosotros, allí también podría haberlo

- -¡No! Tengo una vida que no quiero cambiar y menos por ti. Lo siento.

Y se marchó a terminar el equipaje. La maleta siempre pesa más cuando regresas. Quizás por los recuerdos que ocupan un gran espacio. No volvieron a hablar de aquello. El viaje de vuelta fue aparentemente más largo que el de ida y eso que el recorrido era el mismo. Las canciones guardadas en la guantera del todoterreno no sonaban igual, parecían reírse de ellos mismos y de su destino. Destino que ambos habían elegido.

Lo curioso del destino es que, tanto si crees en él como si no, tiene preparadas sorpresas que nadie espera. Es caprichoso y la mayoría de las veces te sorprende en tus elecciones y parece empujarte hacia un lado de la balanza. Casualmente hacia el lado que hubieras preferido evitar. Pero es el destino y puedes esquivarlo de vez en cuando. Pero no puedes escapar de lo que tiene preparado para ti

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