domingo, 12 de febrero de 2012


Una palabra, un nombre, puede romper en pedazos todo un sueño, todo un puzzle. Puede romperlo... las palabras tienen un poder desconocido, son esclavas de quien las dice y quien las escucha reacciona... a veces bien, a veces mal... o indiferente.

Un sueño puede ser roto por una palabra, pero también mejor recompuesto por el mismo medio y así, conformar uno nuevo, más solido, menos frágil y más real. Los soñadores, de vez en cuando, necesitamos dosis de realidad que nos ponga los pies en la tierra... viene bien, para avanzar ...y respirar...

El dolor, el sufrimiento y la pena existen y siempre tienen algo que decirnos y por extensión enseñarnos. Aprendo de todas las palabras, me convierto en esponja. Esponja que es capaz de expulsar al estrujarse el agua que le sobra y quedar hidratada por el agua que necesita. No necesito nombres vacíos; necesito hidratarme de ti...y me hidratas, como el agua a la piel, necesito hidratarme de un mañana, de un nosotros... es todo cuanto quiero.

Sí, duele... pero dolor y remedio tienen el mismo nombre... se que sabrás como curarme...

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