Una palabra, un nombre, puede romper en pedazos todo un sueño, todo un puzzle. Puede romperlo... las palabras tienen un poder desconocido, son esclavas de quien las dice y quien las escucha reacciona... a veces bien, a veces mal... o indiferente.
Un sueño puede ser roto por una palabra, pero también mejor recompuesto por el mismo medio y así, conformar uno nuevo, más solido, menos frágil y más real. Los soñadores, de vez en cuando, necesitamos dosis de realidad que nos ponga los pies en la tierra... viene bien, para avanzar ...y respirar...
El dolor, el sufrimiento y la pena existen y siempre tienen algo que decirnos y por extensión enseñarnos. Aprendo de todas las palabras, me convierto en esponja. Esponja que es capaz de expulsar al estrujarse el agua que le sobra y quedar hidratada por el agua que necesita. No necesito nombres vacíos; necesito hidratarme de ti...y me hidratas, como el agua a la piel, necesito hidratarme de un mañana, de un nosotros... es todo cuanto quiero.
Sí, duele... pero dolor y remedio tienen el mismo nombre... se que sabrás como curarme...
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