lunes, 22 de febrero de 2010

A una familia...


Alguien dijo una vez-. Las cosas nunca se acaban si hay algo que las recuerda….
Esta es la historia de unos soñadores que en un momento y en un lugar unieron sus caminos. El lugar, uno de la Mancha, muy cervantino, quijotesco. El momento, unas cuantas noches de invierno, otras tantas de primavera, no menos de verano y todas las noches del otoño. Lugar y momento perfectos para viajar por los cauces del rio más enigmático del mundo: El rio Nilo.
Las esfinges lo observaban todo, vigilantes, atentas a cada paso, a cada voz, presentes en todos los suspiros que más de uno ha sentido instantes antes de poner un pie sobre las tablas. La primera vez que todos los hidalgos soñadores se miraron, el sentimiento era cuanto menos expectante. Primeras sonrisas, primeros enfados, primeras dificultades, pero ya todos estaban subidos en el canasto que les llevaría hacia el lugar de los faraones y donde se quedarían unos cuantos meses.
Y , entonces, comenzó el sueño…egipcios, egipcias, soldados, esclavos, hebreos, escribas, una madre que sufre, otra que cría, una hermana y un hermano que buscan, un príncipe y un faraón, un legendario rey que decide, una princesa que llora, una mujer que encuentra el amor, un amigo que ayuda…bautizo, bodas, muerte, sufrimiento, amor, amistad, hermandad, decepción, pasión, libertad…
Estos soñadores luchaban diariamente por mostrar su ilusión e invitar a soñar a todo el que quisiera viajar con ellos. Era un trabajo duro, exigente, minucioso, arriesgado pero la creencia en que aquello era algo grande les daba las fuerzas que necesitaban para construir la belleza en todas sus manifestaciones.
Cada uno sabia de una disciplina y tenían diferentes virtudes. Unos podían crear ilusiones con su voz, otros hacer arte con el movimiento de sus pies, algunos mas con su fuerza y agilidad realizar movimientos que evocaban pasión, varios al caminar y con su sola presencia eran capaces de erizar el ultimo vello de quien estaba en el último rincón...Miradas que mostraban odio o amor, brazos que buscaban compasión, pies que querían moverse libres, labios que deseaban ser escuchados…¡Cómo se iba llenando aquel lugar!, ¡cómo se iba sintiendo cada vez más cálido al entrar allí!
Y sin darse cuenta los días pasaban y las semanas y los meses. En aquel lugar, tan bello, tan peculiar, tan personal, tan entrañable, tan intimo el tiempo pasaba y al igual que pasaba el tiempo , sucedían cosas…
Sucedieron noches con estrellas, veladas animadas, días de campo, vacaciones en el mar, aventuras por carreteras, noches eternas de verano y amaneceres inesperados…sucedió lo más extraordinario del mundo: la creación de una familia.
Creada esta familia de soñadores, el sueño fue cada vez más grande y mejor aun, mas real… y con la realidad los personajes , fueron convirtiéndose en personas. El chico joven fue un autentico soldado, la chica pequeñita se transformó en una egipcia faraónica, el hombre sin barba en el libertador… y así , creciendo y creciendo, llegaron a Egipto, tierra de faraones y de hebreos luchadores un 23 de octubre.
El calor de los aplausos, los abrazos de la gente terminaron de dar sentido a esta fantástica aventura. Semana tras semana gracias al arte, a la música y , por supuesto, a la magia de la danza, los incansables soñadores comprobaban como su trabajo estaba dando sus frutos: emocionar y divertir a todo aquel que quisiera compartir su ilusión. Pero sobre todo sintieron en su interior la satisfacción y la euforia de hacer un sueño realidad, de convertir la fantasía en un modo de vida.
Aprendieron el valor del trabajo en equipo, el respeto hacia cada persona, a querer los defectos y aplaudir las virtudes. Alentaban cuando el ánimo decaía, felicitaban cada logro, ayudaban, cubrían carencias. Se demostraba cada día que se podía ser mejor arrimando todos el hombro…Disfrutaban de cada minuto juntos, de los momentos irrepetibles cada día, cada actuación…por ello ningún gesto era baldío…
Es difícil explicar con palabras qué se sentía en aquel lugar, en un pequeño pueblo manchego, en un humilde teatro…
Tuve la fortuna de estar allí y convivir con gente maravillosa y sinceramente las Escrituras pueden contar la historia como quieran y los historiadores pueden demostrar con sus fuentes lo que verdaderamente ocurrió hace miles de años, pero para mí y creo que para la mayoría de los que estamos aquí, esta es la historia que recordaremos de Los Diez Mandamientos…
Gracias por soñar juntos.
LA VIDA ES UN ETERNO COMENZAR….



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